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Transmitida oralmente por mi tío Juan Vázquez Menéndez

Antón y el eco
Noche oscura y silenciosa 
tan achispado iba Antón 
que cayó de un tropezón 
en la senda barrancosa. 

Echó recio juramento 
diciendo: “¿Quién se cayó?” 
y en la pared de un convento 
resonaba el eco: “—Yo”. 

¡Mientes: soy yo que caí 
y si el casco me rompí 
tendré que gastar pelucas. 
—Lucas. 

No soy Lucas, ¡voto a Dios!, 
que nos vamos a ver los dos 
pronto, señor farsantón. 
—Antón. 

¿Me conoces, eh, tunante? 
pues aguárdame un instante: 
conocerás mi navaja. 
—Baja. 

Bajaré con mucho gusto, 
¿te figuras que me asusto? 
Al contrario, más me exalto. 
—Alto. 

¡Alto yo? ¿piensa el osado 
que cien lauros que he ganado 
hoy con mengua los marchito? 
—Chito. 

¿Y se atreve el insolente 
mandar callar a un valiente? 
¿que calle yo, miserable! 
—Hable. 

¡Vaya no!, ¿qué no hablaría 
hasta que tu lengua impía 
con este acero taladre? 
—Ladre. 

¿Ladrar!, ¿soy perro quizás? 
¿Dónde, villano, do estás 
que de no verte me aburro? 
—Burro. 

¿Yo burro!, insulto tamaño 
vengaré de un modo extraño 
que el sitio me es oportuno. 
—Tuno. 

Mas, ¿dónde está el majadero, 
que hacerlo rajas quiero? 
¡Responda!, ¿dónde se encuentra? 
—Entra. 

¿Por qué no sales, bellaco? 
Porque tu valor es flaco 
contra el mío colosal. 
—Sal. 

Aquí me tienes, cobarde. 
Dime: ¿quieres que te aguarde?, 
¿do estás? ¡Bah! Nadie se acerca. 
—Cerca. 

Pero, ¿dónde estás? repito 
que escuchando estoy tu grito 
mas el no verte me admira. 
—Mira. 

Ya miro, pero, ¡qué diablos!, 
si no veo con quién hablo 
pues no aparece ninguno. 
—Uno. 

¿Uno?, pues bien, ¡salga ya, 
mi coraje probará; 
¡le aguardo, aquí me coloco! 
—Loco. 

¿Chanceaste acaso, tú? 
¡Por la vida de Belcebú, 
sal presto que desespero! 
—Espero. 

¡Así te burlas de mí! 
¡Responde!, quién eres di, 
¡ya de cólera reviento! 
—Viento. 

¿Eres algún trasgo inmundo 
o eres cosa de este mundo? 
Habla, nada hay que me asombre. 
—Hombre. 

Mas, ¿eres vivo o difunto?, 
aclárame todo al punto 
y con quien hablas repara. 
—Para. 

Si eres ánima afligida, bien, 
¡mas si eres de esta vida 
hoy mi brazo te destruye! 
—Huye. 

En vano intentarlo quieres 
pues mientras no sé quien eres 
mi espíritu no se asombra. 
—Sombra. 

¿Sombra!, ¡Dios mío! en tal caso 
perdóneme, que eché un vaso, 
tres copitas y un bizcocho. 
—Ocho. 

¿Ocho? se engaña, pardiez 
serían siete tal vez 
que otra la tomó Ramona. 
—Mona. 

Lo que es mona, no, señor; 
me puso alegre el licor 
y a Ramonita también. 
—Bien. 

Pues, señor, como decía 
en su grata compañía 
tomé unos dulces y queso. 
—Eso. 

Dos empanadas y ponche, 
y frutas, ¡voto al desmonche!, 
aún traigo aquí las simientes. 
—Mientes. 

¡Ah, señor! iba diciendo 
con ella, hablando y riendo 
tomé lo que me convino. 
—Vino. 

Vino sí, señor, un poco; 
dos vasos me han vuelto loco, 
que echase más no penséis. 
—Seis. 

¿Seis? no me acuerdo en efecto, 
que tengo siempre el defecto 
de no contarlos después. 
—Pues. 

Sombra que todo lo sabes 
despáchame cuando acabes, 
que por mi parte acabé. 
—Ve. 

¿Sí?, ¡gracias! me voy, que es tarde 
¡Adiós!, el cielo te guarde, 
triste sombra veneranda. 
—Anda. 

Marchose Antón, taciturno, 
con tímida planta lista 
recelando que aún le embista 
aquel fantasma nocturno 
que se ocultaba a su vista. 

Llega a su casa al momento, 
do le espera su esposa 
y afirma con juramento 
que una sombra pavorosa 
le hablaba junto al convento.
Transmitida oralmente por mi tío Juan  Vázquez Menéndez
Se atribuye a Francisco de Añón





Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.

Miguel Hernández 



A  nuestra querida Rosina
Ya ha mediado el mes de Enero,
Luego viene el diez y ocho
día que llegaste al mundo
como un clavel muy hermoso
Aun parece que fue ayer
cuando floreci esta Rosa
y hoy estudias en Oviedo ´

tercero de Biológicas
Por eso te deseamos
en día tan señalado
te llegue a tiempo el recuerdo
de este hermoso semanario                            
que tu mamá te ha comprado
pero yo he colaborado.
tus papás
Julio y Julia


A  nuestra querida Rosina
Un diez y ocho de enero
en la cuidad de León  
nació una bonita estrella
que relumbra más que el sol
y como hoy precisamente
cumples diez y nueve años
recibe un pequeño obsequio
y así podrás celebrarlo
Nosotros desde Cistierna
también te felicitamos
con estos sencillos versos
que hoy a ti van dedicados 
Tus papas
Julio y Julia

Al brillar un relámpago nacemos,
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!

La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
¡despertar es morir!
Gustavo Adolfo Bécquer

Hoy quiero hacer un pequeño homenaje  a mi maestro del alma Don Román Lopez Tamés (DEP).
Sin duda alguna uno de los mejores profesores del IES "Jerónimo González" de todos los tiempos.

En su libro "Introducción a la Literatura  infantil", publicado por la Universidad de Santander (1985) quería traer aquí hoy un pequeño poema de Rubén, alumno de 10 años y que Don Román recoge en el citado libro (pgna 151). Dice:

"Mira la hiera aburrido
el burro del gitano,
por la ventana lo veo
tan burrido como yo
en la escuela"













En sus ojos rasgados y azules,
donde brilla el candor de los ángeles,
ver creía la sombra siniestra
de todos los males.
En sus anchas y negras pupilas,
donde luz y tinieblas combaten,
ver creía el sereno y hermoso
resplandor de la dicha inefable.
Del amor espejismos traidores,
risueños, fugaces...
cuando vuestro fulgor sobrehumano
se disipa... ¡qué densas, qué grandes
son las sombras que envuelven las almas
a quienes con vuestros reflejos cegasteis!
Rosalía de Castro
 
Julio Cortázar escribía: 
"La coma, esa puerta giratoria del pensamiento" 

Lea y analice la siguiente frase: 

"Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda". 

¿Dónde pondrías la coma?

Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer. 
Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene.
 

Es una tarde cenicienta y mustia,
destartalada, como el alma mía;
y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondría.
La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
pero recuerdo y, recordando, digo:
Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.
Antonio Machado

Era en abril, y de la nieve al peso
aún se doblaron los morados lirios;
era en diciembre, y se agostó la hierba
al sol, como se agosta en el estío.
En verano o en invierno, no lo dudes,
adulto, anciano o niño,
y hierba y flor, son víctimas eternas
de las amargas burlas del destino.
Sucumbe el joven, y encorvado, enfermo,
sobrevive el anciano; muere el rico
que ama la vida, y el mendigo hambriento
que ama la muerte es como eterno vivo.
Rosalía de Castro


Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en olas de armonías,
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... —¿Qué sucede?
¿Dime?
—¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!


Gustavo Adolfo Bécquer

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
     Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
     Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
     Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Antonio Machado

Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso.

Vencido del trabajo presuroso,
contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo,
que de su propia muerte congojoso,

como pudo, esforzó su voz cansada,
y a las ondas habló desta manera
mas nunca fue su voz de ellas oída:

«Ondas, pues no se excusa que yo muera,
dejadme allá llegar, y a l
Garcilaso de la Vega
El poeta es jardinero. En sus jardines
corre sutil la brisa
con livianos acordes de violines,
llanto de ruiseñores,
ecos de voz lejana y clara risa
de jóvenes amantes habladores.
Y otros jardines tiene. Allí la fuente
le dice: Te conozco y te esperaba.
Y él, al verse en la onda transparente:
¡Apenas soy aquel que ayer soñaba!
Y otros jardines tiene. Los jazmines
añoran ya verbenas del estío,
y son liras de aroma estos jardines,
dulces liras que tañe el vien
Antonio Machado


Cuando se acercan a la nada
y más aún cuando se enfrentan
al pavoroso linde de tinieblas
los poderosos no consiguen
pasar de contrabando su poder
ni la mochila azul de sus lingotes
ni el chaleco antimuerte
ni el triste semillero de sus fobias
pero cuando los pobres de la tierra
se acercan a la nada
los aduaneros nada les confiscan
salvo el hambre
o la sed
o el cuerpo en ruinas
los pobres de la tierra
pasan como si nada
pero tampoco se hagan ilusion
Mario Benedetti



CHARLA CON EL ECO

Noche oscura y tenebrosa,
tan achispado iba Antón
que cayo de un tropezón
en la senda borrascosa.

Lanzó un recio juramento
y dijo: ¿Quién se ca?

Y en la pared de un convento
Le responde el eco:
yo

Mientes que fui yo quien me caí
y si el casco me rompí
habré de gastar pelucas
Lucas
No soy Lucas señor fanfantón
Antón!
¿Me conoces? ¡eh tunante!.
Pues espérate un instante
y probarás mi navaja
baja
¿Qué baje yo miserable?
¿Acaso crees que me espanto?,
al con erario, más me exalto
alto
¿Y se atreve el insolente
mandar parar a un valiente?.
Bajaré con mucho gusto
hasta que a tu lengua impía
con mi acero taladre
ladre

¡Oh, do villano do vas!,
porque voto a Barrabás
que de esperarte me aburro
burro
¿Burro yo? ¿Rebuzno acaso?
Insulto de tal tamaño
pagarás de modo extraño
y en sitio tan oportuno
… tuno
Tuno, no señor.
En la taberna de Cipriano,
si bebí como un villano,
bebí lo que me convino
vino
Tan solo tomé dos copas
las cuales loco me han puesto,
pero si tomé más que esto
de ningún modo penséis
seis
¡Oh sombra que todo lo sabes!.
Despídete cuando quieras
que por mi parte acabé.

Y se fue el bueno de Antón
 sin saber nunca jamás
con quien pudo sostener
tan rara conversación.
 (Recordado por D. Juan Vázquez Menéndez. La Moral. Tuilla)


Un caballo blanco

Madre... no me riñas,

que ya nunca vuelvo a ser malo...
No me riñas, madre...
que ya no vuelvo a llenarme de barro.
Madre... no me riñas,
que ya no vuelvo a manchar mi vestido blanco.
Madre...
cógeme en tus brazos...
acaríciame,
ponme en tu regazo...
Anda... Madre mía,
que ya nunca vuelvo a ser malo.
Así...
Y arrúllame y cántame... y bésame...
duérmeme... apriétame en tu pecho
con la dulce caricia de tus manos...
anda... madre mía
que ya no vuelvo a llenarme de barro.
Madre...
¿verdad que si ya no soy malo
me vas a comprar
un caballo blanco
y muy grande,
como el de Santiago,
y con alas de pluma,
un caballo que corra y que vuele
y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto...
donde nunca pueda
mancharme de barro
mi vestido nuevo,
mi vestido blanco?...
¡Oh, sí madre mía...
cómprame un caballo
grande
como el de Santiago
y con alas de pluma...
un caballo blanco
que corra y que vuele
y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto...
que yo no quiero otra vez en la tierra
volver a mancharme de barro!


León Felipe (Su verdadero nombre era Felipe Camino Galicia.)

BESO
Poema de Gabriela Mistral
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…? Sangre en mis labios.
Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Gabriela Mistral

Espronceda
Con diez cañones por banda



Caminante no hay camino: Machado



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